Archivos de la categoría ‘antropología forense’

Adolph Ludwig Lütgert nace en Gütersloh (Alemania) el 27 de diciembre de 1845, en una familia numerosa (diez hermanos). Desde muy joven trabaja en distintos oficios, viaja por toda Alemania, emigra luego a Londres.El 1 de mayo, Louise desaparece sin dejar rastro. Cuando sus hijos le preguntan, Luetgert elude el tema y dice que seguramente ha ido a visitar a su hermana. Pero pasa el tiempo y Louise sigue sin aparecer. Hasta que Diedrich Bicknese, hermano de Louise, denuncia la desaparición a la Policía. El caso cae en manos del capitán Herman Schuettler, un tenaz investigador que no tarda en interrogar a Luetgert. El empresario refrenda su versión: Louise se había ido sin decir a dónde iba ni dejar ninguna pista. Schuettler husmea enseguida algo turbio en Luetgert y comienza a interrogar a los allegados de la familia y a los trabajadores de la fábrica. Un empleado llamado Wilhelm Fulpeck dice haber visto a la señora Luetgert llegar a la fábrica la noche de su desaparición.

Al ser un tema más específico de Psicofarmacología hemos publicado esta entrada sobre las periciales practicadas en el caso de los asesinatos de Ruth y José en otro de nuestros blogs. Este de Psicofarmacología tiene la gran ventaja de estar protegido por un filtro de menores. Los interesados en leerla solo han de clicar en el enlace que figura en la parte superior de esta entrada.
Bien y al grano que es lo que cuenta. Este caso nos ha ocupado mucho tiempo y es bueno que nos hagamos algunas reflexiones ya:
¿Es adecuado que sabiendo lo que sabemos sobre la psicopatía y los trastornos de la personalidad que en este y otros blogs se puede consultar toda la información que damos, sin garantía alguna de que no vaya a sere utilizado para hacer algo semejante a lo que se esta juzgando?
Hace unos años, no muchos, antes de eso. Yo hubiera dicho sin dudarlo que la información sobre la interacción medicamentosa de dos medicamentos habituales como son los que trata nuestra entrada no tendria ningún problema en cuanto a ser difundida.
Ahora me lo planteo, desde la experiencia que tengo de forma muy distinta. Estamos hablando muy alegremente  y a la ligera de cosas muy graves a través de una herramienta que es muy poderosa por la capacidad de difusión que tiene.
Mientras no pasa nada, no te das cuenta. Pero Córdoba y el ambiente en el que se ha desenvuelto esta tragedia no se diferencia mucho de los ambientes en los que trabajamos y nos relacionamos profesionalmente la mayoría de nosotros. Ahora ha sido allí pero es bueno plantearse algunas cuenstiones:
¿Hay otros Josés Bretones? lo sabemos seguro
¿Pueden haber más horrores como los de Ruth y José? no podemos descartarlo.
¿Los podemos predecir? hasta que punto tenemos las herramientas adecuadas para hacerlo es cuanto menos discutible.
¿Los podemos evitar? es la pregunta del millón y sencillamente con una licenciatura y un master en psicología forense me parece que es bastante poco realista.
 ¿Podemos llegar a vernos envueltos nosotros en uno de ellos como la antropóloga forense que dictamino en principio que los huesos encontrados eran de animales? eso desde luego es algo que esta dentro de las posibilidades, psicópatas hay mucho ¿qué hace que «los nuestros» no sean capaces de hacer algo parecido.
¿Cual fue la fuente de su error? hay varias, sobre esto vamos a trabajar en próximas entradas porque las fuentes del error de un trabajo científico es un tema estudiado y del que podemos aprender algunas lecciones.
¿Nos sucedería a nosotros lo mismo? espero que no, por eso merece la pena plantear un blog como este.
No esta nada mal para una entrada, me tomo el fin de semana libre de publicar cosas aqui. Hasta pronto amigos que continuaremos. Si nos dejan trabajar los «Anónimos» claro.
En las antiguas Babilonia y Persia se usaban las impresiones dactilares para autenticar registros en arcilla, pues ya se conocía su carácter único. En 1883, el francés Alphonse Bertillon propuso un método de identificación de personas basado en el registro de las medidas de diversas partes del cuerpo. Su método, adoptado por las policías de Francia y otras partes del mundo, tuvo un estrepitoso fracaso cuando se encontraron dos personas diferentes que tenían el mismo conjunto de medidas. El uso de los relieves dactilares fue por primera vez objeto de un estudio científico por el antropólogo inglés Francis Galton (1822-1911), quien publicó sus resultados en el libro Huellas dactilares (1892). Los mismos verificaron tanto la invariabilidad de las huellas digitales a lo largo de toda la vida de un individuo como su carácter distintivo aun para gemelos idénticos.
Una huella dactilar es la impresión visible o moldeada que produce el contacto de las crestas papilares de un dedo de la mano (generalmente se usan el dedo pulgar o el dedo índice) sobre una superficie. Depende de las condiciones en que se haga el dactilograma (impregnando o no de substancias de color distinto al soporte en que asiente), y de las características del soporte (materias plásticas o blandas, en debidas condiciones). Sin embargo, es una característica individual que se utiliza como medio de identificación de las personas. El sistema de identificación de las personas a través de las huellas fue inventado por Juan Vucetich (nacido en la actual Croacia, registrado inicialmente con el nombre Iván Vučetić y nacionalizado argentino), y el invento se desarrolló y patentó en Argentina, donde también se usó por primera vez el sistema de identificación de huellas para esclarecer un crimen.
 
SINOPSIS: En 1991 el deshielo de un glacial alpino dio las pistas para esclarecer la muerte de una persona hace 5000 años. 
PARTICIPANTES: Mario Menéndez Fernández.Profesor de Prehistoria de la UNED.

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¿Antiguamente cómo podían saber si una persona estaba definitivamente muerta? La Historia nos dice que las morgues antiguas tenían un sistema de cuerdas atadas a los dedos de los pies de cada supuesto cadáver durante un tiempo determinado. Si sonaba es que había vuelto a la vida…

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La violencia (del Lat. violentia) es un comportamiento deliberado, que provoca, o puede provocar, daños físicos o psíquicos a otros seres, y se asocia, aunque no necesariamente, con la agresión, ya que también puede ser psíquica o emocional, a través de amenazas u ofensas. Algunas formas de violencia son sancionadas por la ley o por la sociedad, otras son crímenes. Distintas sociedades aplican diversos estándares en cuanto a las formas de violencia que son o no son aceptadas.
Por norma general, se considera violenta a la persona irrazonable, que se niega a dialogar y se obstina en actuar pese a quien pese, y caiga quien caiga. Suele ser de carácter dominantemente egoísta, sin ningún ejercicio de la empatía. Todo lo que viola lo razonable es susceptible de ser catalogado como violento si se impone por la fuerza.
Existen varios tipos de violencia, incluyendo el abuso físico, el abuso psíquico y el abuso sexual. Sus causas pueden variar, las cuales dependen de diferentes condiciones, como las situaciones graves e insoportables en la vida del individuo, la falta de responsabilidad por parte de los padres, la presión del grupo al que pertenece el individuo (lo cual es muy común en las escuelas) y el resultado de no poder distinguir entre la realidad y la fantasía, entre otras muchas causas.

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Abre sus puertas un museo no apto para aprensivos. El museo de antropología médico forense, paleopatología y criminalística. Está en la Universidad Complutense de Madrid. Vamos a dar un paseo por sus oscuros pasillos.

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>Robo de cadaveres

Publicado: diciembre 16, 2010 en antropología forense

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El robo de cuerpos era el desenterramiento de cadáveres de cementerios para venderlos para disecciones o clases de anatomía en las escuelas de medicina. Quienes practicaban el robo de cuerpos eran llamados a menudo «resurreccionistas». El robo de cuerpos se hizo tan común que no era raro que los parientes y hermanos del recién fallecido vigilaran el cuerpo hasta el entierro, y que tras éste vigilasen la tumba para evitar que fuese violada. Los ataúdes de hierro también se usaron con frecuencia, así como proteger las tumbas con un armazón de barras de hierro llamado mortsafe, encontrándose aún algunos bien conservados en la iglesia de Geryfriars (Edimburgo). En los Países Bajos los hospicios acostumbraban a recibir una pequeña parte de las multas que los funerarios pagaban por infringir las leyes sobre enterramientos y revender los cuerpos (normalmente los de aquellos sin familia) a los médicos.

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Se trataba de un artefacto en forma de pera que podía expandirse gracias a las cuatro partes móviles de las que constaba. Se introducía en el ano, vagina o boca de los acusados según el cargo que se les había imputado (herejes, homosexuales y brujas, respectivamente). La pera se iba abriendo lentamente hasta desgarrar los orificios de la víctima.